07Privacidad

Nosotros debemos poder ser capaces de proteger nuestra privacidad y enfrentar difamaciones a nuestras reputaciones, pero no evitar el escrutinio que es parte del interés público.

¿Qué es la intimidad? ¿Qué es el interés público?

En el esbozo de nuestro octavo principio se identifica la razón principal para entrometerse en lo que de otra forma debería ser nuestra vida privada: el interés público. La pregunta entonces sería: ¿qué es la privacidad y que es el interés público? Las respuestas a estas preguntas no son para nada sencillas.

Todas las culturas conocidas han tenido alguna noción de privacidad, pero lo que se considera privado ha variado enormemente según el tiempo y el lugar. Los buenos ciudadanos de la antigua ciudad romana de Éfeso se sentaban juntos a defecar. En la Alemania contemporánea se acepta el nudismo en los parques públicos, mientras que esto no sucede en la mayoría de los otros países.

En general, la mayoría de los países europeos definen la privacidad de forma más amplia que los Estados Unidos – y están más dispuestos a controlar la libertad de expresión para defenderla. Una sentencia del tribunal francés de 1970, dice claramente que el artículo sobre la privacidad del código civil del país protege “el derecho al propio nombre, la propia imagen, la propia intimidad, la reputación y el honor propios, la propia biografía, y el derecho a que las propias transgresiones pasadas sean olvidadas”. Dominique Strauss-Kahn estaría contento con eso. ¿Pero no había un interés público genuino en los votantes franceses que querían conocer los antecedentes de las mujeres de su potencial candidato a presidente?

Sin embargo, la definición de interés público es también muy controvertida. Los editores de periódicos sensacionalistas y páginas web de cotilleos invocan el interés público para justificar sus revelaciones sobre la vida privada de los jugadores de fútbol o las estrellas del pop. No obstante, el interés público no es lo mismo que “lo que interesa al público” – y por tanto vende periódicos y genera tráfico en la red. Si estos dos conceptos fueran iguales, los famosos no tendrían ninguna privacidad, ya que algunos miembros del público están interesados ​​en todos y cada uno de los aspectos de sus vidas. He aquí una discusión útil sobre lo que significa el interés público. Aquellas personas que son figuras públicas sin duda deben tolerar un mayor escrutinio que la gente común. Aunque eso implica que eres tú el que define quién es una figura pública.

Como sucede a menudo con la libertad de expresión, el contexto lo es todo. Si tengo relaciones íntimas con otra persona adulta que no es mi pareja públicamente reconocida, es un asunto privado mío. Sin embargo, si soy un predicador importante que siempre alaba la santidad del matrimonio, se convierte en un asunto de interés público. Si un ministro de defensa tiene un amante, es un asunto privado; pero si su amante es agente de una potencia enemiga, es un asunto de interés público. Si poseo acciones en una compañía petrolera, es mi propio negocio, pero si soy un funcionario del gobierno, responsable de adjudicar contratos millonarios a las compañías petroleras, entonces mi participación en esa empresa se convierte en un asunto de interés público – pero mis otras inversiones no necesariamente. Si padezco una enfermedad que hace que me resulte difícil hacer simples sumas matemáticas es mi problema, pero si represento la administración económica de la ciudad, se convierte en un asunto de interés público (aunque tal vez sólo para las personas de esa ciudad, no para todo el mundo). Si obtuve malas calificaciones en la escuela o en la universidad pertenece a la esfera privada, pero si me presento como candidato a presidente de los EE.UU., se convierte en un asunto de interés público.

Podría haber miles de opiniones particulares, no sólo de los jueces en los tribunales de justicia, sino también de los editores, los maestros, los empresarios, los médicos y de cada uno de nosotros. Pero el principio básico no es tan complicado. En cada caso se debe encontrar un equilibrio entre la privacidad y el interés público.

“La privacidad ha muerto. Acostúmbrate”

La era de Internet, sin embargo, ha transformado las condiciones en que alcanzamos este equilibrio. La información personal, que hace cuarenta años se hubiera archivado en una o dos polvorientas copias de papel, ahora se guarda en formato electrónico – y, a menos que uno tenga cuidado, y conocimientos técnicos, es accesible a muchas otras personas. Además, existen nuevas grandes minas de datos que simplemente no existían hace cuarenta años: tu historial de búsqueda en línea, tu localización a partir de tu teléfono móvil, tus correos electrónicos, tu historial de tarjetas de crédito. Una empresa de almacenamiento de datos estadounidense casi desconocida, llamada Acxiom, posee en sus enormes servidores en Conway, Arkansas, hasta 1.500 datos personales sobre un 96% de los hogares estadounidenses y alrededor de medio billón de personas en todo el mundo.

La suma total de la información personal almacenada en los ordenadores sobre cada ciudadano normal y corriente de un país desarrollado supera los sueños más fantásticos del Gran Hermano de George Orwell. Estos datos (a veces anónimos en parte) son sistemáticamente analizados y compartidos por empresas privadas con el fin de ofrecer publicidad y servicios personalizados – pero también para ofrecerte a ti, como objetivo comercial, a los anunciantes y proveedores de servicios. Tú eres el usuario, pero también a quien usan. “Si no estás pagando por algo”, escribe Andrew Lewis (bajo el seudónimo Escarabajo Azul) en la página web de MetaFilter, “no eres el cliente, sino el producto que se vende”.

El desarrollo acelerado de la tecnología ofrece cada vez más posibilidades orwellianas. Google Street View ha fotografiado a mujeres que tomaban el sol en las terrazas de sus propios edificios, creyendo que nadie podía verlas. Google y Facebook han desarrollado una tecnología de reconocimiento facial, que les permitiría recopilar todas las apariciones de una persona en línea. Los sistemas de localización GPS en los teléfonos móviles y las etiquetas de identificación de radiofrecuencia en cosas como la tarjeta Oyster de transporte pre-pago de Londres, hacen que tus movimientos en el mundo físico real puedan potencialmente ser seguidos, al igual que tu actividad en Internet.

Incluso en los países más libres del mundo, algunos o todos estos datos también son extraídos y compartidos por las agencias gubernamentales que – bajo pretexto de proteger a sus ciudadanos de terroristas, delincuentes y pedófilos – se atribuyen extraordinarias facultades de intromisión encubierta. Un informe oficial del comisionado a cargo de la interceptación de comunicaciones de Gran Bretaña revela que en 2010 las autoridades públicas, desde los servicios de inteligencia y seguridad a los municipios locales, presentaron 552.550 solicitudes de información de comunicaciones. El experto en seguridad informática de la Universidad de Oxford, Ian Brown, habla sobre este tema aquí.

Google ha tratado de revelar algo sobre la naturaleza de esas peticiones de gobiernos de todo el mundo en su Informe de Transparencia. Sin embargo, en los EE.UU. hay una orden de seguridad nacional que obliga a los proveedores de servicios de Internet a divulgar detalles sobre usuarios específicos y, al mismo tiempo, les prohíbe revelar la existencia de dicha orden. “¿Pero podrían decirme al menos cuántas peticiones reciben?” le pregunté a los principales representantes legales de Facebook y Twitter cuando hablé con ellos en el verano de 2011. No, confesaron con una mezcla de vergüenza y frustración, ni siquiera eso me podían decir.

En cierto sentido, estos poderes públicos y privados pueden saber más de ti que tú mismo. Porque seguramente ya te habrás olvidado o recordarás de forma selectiva gran parte de tu propio pasado – y, sobre todo, siendo la naturaleza humana como es, los momentos más bochornosos. Pero el ordenador lo recuerda todo con frialdad. Y eso incluso antes de llegar a las fotos y las confesiones que de forma consciente has publicado en Facebook, Renren, Vkontakte u otros medios sociales.

“La privacidad ha muerto. Acostúmbrate”. Tal fue la drástica conclusión de los informes elaborados por Scott McNealy, uno de los altos ejecutivos de Sun Microsystems, en Silicon Valley. Como ocurre con otras muchas citas famosas, puede que no lo haya dicho exactamente así, pero sin duda esa era la intención detrás de sus palabras.

Pongamos algunos ejemplos de lo que esto puede significar. En Estados Unidos, un estudiante de 18 años de la Universidad de Rutgers, Tyler Clementi, fue filmado en secreto por su compañero de habitación mientras mantenía relaciones íntimas con otro hombre. El compañero de cuarto difundió el vídeo en tiempo real desde la cámara web de su ordenador, para que todo el mundo pudiera verlo. Consternado, Tyler se suicidó saltando desde el puente George Washington al río Hudson. (Su mensaje de despedida en Facebook decía: “Salto del puente GW, lo siento”). En China, los denominados “buscadores de carne humana”, identificaron y persiguieron a una mujer llamada Wang Yu, quien había sido filmada en privado por un amigo aplastando a un gatito con sus tacones altos. Cuando Google lanzó su red social llamada Buzz, una mujer conocida con el seudónimo de “Harriet Jacobs”, que vivía de manera oculta huyendo del maltrato físico de sus padres y de su esposo, encontró que todos los contactos personales de su cuenta de Gmail habían sido compartidos. “Mi preocupación por la privacidad no es trivial”, escribió en su blog bajo seudónimo. “De ella depende mi integridad física”.

¿Qué podemos hacer al respecto?

¿Nos contenta aceptar esto? Si la respuesta es no, entonces ¿qué podemos hacer al respecto? Cuando te registras en un servicio en línea o de telefonía móvil, seguramente haces clic en el botón “Aceptar” de un documento legal con letra pequeña llamado algo así como Términos y Condiciones. ¿Te has tomado alguna vez el tiempo de leerlo? Yo no. Incluso si lo hubiéramos hecho, habríamos encontrado una gran cantidad de expresiones legales que lo engloban todo. (Me temo que esto se aplica a este sitio web también, pero hemos procurado explicar nuestra Política de Privacidad con la mayor claridad posible aquí).

Si creemos que la libertad de expresión (y una buena sociedad en general) requiere un poco de privacidad, tenemos que saber cuánta privacidad estamos revelando – y montar un escándalo al respecto, si creemos que es demasiada. Incluso si estos proveedores de servicios tienen una posición dominante en el mercado de su país, su negocio sigue dependiendo de ti. Y algunos de ellos, algunas veces, responden a la presión pública. Por ejemplo, una protesta popular obligó a Google a suspender y mejorar sustancialmente su red social Buzz, y posteriormente incluirla en Google+ y a Facebook a retirar su sistema de publicidad automática personalizada (conocido como Web Beacons o balizas web).

Hay medidas técnicas relativamente simples que puedes tomar para reducir la cantidad de datos que obtienen sobre tu persona tanto las agencias estatales como los que el ciber-hereje Jaron Lanier provocativamente llama “imperios del espionaje y la publicidad”, como Google y Facebook. En parte en respuesta a las críticas, Google y otros buscadores han hecho que sea más simple para la gente poder cambiar y realizar búsquedas más anónimas. La Electronic Frontier Foundation, pionera en este campo, ha diseñado una extensión para Firefox llamada HTTPS Everywhere, que encripta sus comunicaciones con algunos de los sitios web más importantes. [Peter Eckersley, el asistente técnico de HTTPS Everywhere, habla de ello aquí.] Puedes utilizar un software gratuito llamado Tor para ayudar a proteger tu privacidad en línea.

Facebook y el “derecho a ser olvidado”

¿Pero qué sucede si en el pasado compartiste libremente cosas que ahora desearías no haber compartido? Colgar tus fotos privadas en Facebook, por ejemplo. (En estos momentos Facebook tiene la mayor colección de fotos en el mundo). Supongamos que ahora sientes vergüenza por aquellas trastadas de tu adolescencia. Supongamos que tienes miedo de que una plaza en la universidad o un trabajo te sean denegados a causa de lo que puede verse colgado sobre ti en la red. Después de todo, sabemos que los empresarios y las universidades efectivamente rastrean a sus candidatos en línea para ver lo que pueden encontrar acerca de ellos. ¿Qué puedes hacer?

Actualmente, la Declaración de Derechos y Responsabilidades de Facebook dice que las fotos siguen siendo de tu propiedad intelectual (PI), pero “les concedes una licencia no exclusiva, transferible, con posibilidad de ser sub-otorgada, sin royalties, aplicable globalmente, para utilizar cualquier contenido de PI que publiques en Facebook o en conexión con Facebook (“licencia de PI”). Esta licencia de PI finaliza cuando eliminas tu contenido de PI o tu cuenta, salvo si el contenido se ha compartido con terceros y éstos no lo han eliminado” (las cursivas son mías). De manera que si bien puedes borrar tu pasado, si compartiste esas fotos engorrosas con tus amigos (en el sentido amplio que hace Facebook de la palabra “amigo”), quienes a su vez las compartieron con sus amigos, en ese caso, a menos que puedas hacer que todos las eliminen, las incómodas fotos seguirán allí. Sería más fácil cerrar la caja de Pandora.

¿Debería ser más fácil? ¿Deberíamos tener un mayor “derecho a ser olvidado”? Si es así, ¿qué debería incluir? ¿Quién debería o podría hacerlo cumplir? ¿Y cómo? En Alemania, por ejemplo, existe una ley que establece que después de transcurrido cierto tiempo las condenas penales de una persona no serán tenidas en cuenta. Al igual que la propia Alemania después de 1945, estas personas deben tener la oportunidad de comenzar de nuevo. Los abogados de los ciudadanos alemanes trataron de que Google (incluyendo también el buscador universal, Google.com) retirara los informes públicos de antecedentes penales. Pero Google se opuso.

La UE es uno de los organismos más influyentes del mundo en materia de legislación sobre privacidad y protección de datos. Su Directiva de protección de datos ha sido descrita como marco de referencia para la protección de la vida privada. En 2012 se presentará una propuesta revisada de dicha Directiva, teniendo en cuenta muchas de las innovaciones técnicas mencionadas aquí – y quizás también la introducción de aspectos relativos al “derecho a ser olvidado”. Debatiremos sobre eso a medida que vaya apareciendo.

“Salimos y destruimos la vida de la gente”

Las exposiciones públicas de la vida privada más perniciosas son aquellas que llegan a millones de personas a través de los medios de difusión. En el verano de 2011, el Reino Unido fue sacudido por la revelación de que los periódicos de Rupert Murdoch habían realizado escuchas ilegales en los teléfonos móviles de numerosos famosos, miembros de la realeza e incluso víctimas de delitos para conseguir las historias. Pero incluso aunque no se utilicen medios ilícitos, la intrusión sistemática en la vida privada de las estrellas de cine, los futbolistas y otros famosos – por no hablar de la gente común que se ve atrapada en alguna historia – no se justifican por el interés público. A raíz de las escuchas revolucionarias de Murdoch, un grupo de celebridades, desde la escritora J. K. Rowling a la estrella de cine Hugh Grant, como así también padres de niños asesinados o desaparecidos, hicieron cola para contar cómo sus vidas privadas habían sido completamente invadidas por los medios de comunicación más despiadados. Y se dice que el antiguo editor del tabloide News of the World de Murdoch, Greg Miskiw, le dijo a uno de sus reporteros: “Eso es lo que hacemos, salimos y destruimos la vida de la gente”. Hablamos más sobre este tema en el próximo principio (estrechamente relacionado), sobre la defensa de la reputación (ver P9).

Cuando los afectados contratan abogados para detener alguna publicación, alegando su derecho a la privacidad, los editores de los tabloides protestan que se trata de intentos de coartar la libertad de expresión. A veces resulta cierto: la gente rica y poderosa (o las empresas) quieren encubrir hechos que el público debería saber. Pero otras veces es una farsa: lo que los editores llaman “interés público” no es más que “lo que interesa al público”. En Europa, los tribunales deben hacer juicios individuales, tratando de encontrar un equilibrio entre los derechos de libertad de expresión consagrados en el Artículo 10 del Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y el derecho a la intimidad, garantizado por el Artículo 8.

Pero ¿por qué deben ser los tribunales quienes aborden este problema, una vez ocurrido el hecho? Mientras compremos esos periódicos o visitemos los sitios web de escándalos y cotilleos, estaremos alentando los comportamientos inadecuados de estos medios. Si, en principio, no aprobamos este tipo de revelaciones, pero luego las leemos con ávido interés, también nosotros estaremos siendo hipócritas. Michael Kinsley resume su experiencia como editor de la revista electrónico Slate, donde recibió correos electrónicos con quejas por los detalles obscenos de los encuentros sexuales de Bill Clinton con Mónica Lewinsky: “Sus correos dicen que no, pero sus clics de ratón que sí”.

En definitiva, también en esta parcela de la libertad de expresión lo que ocurre no sólo depende de los gobiernos, los tribunales o los órganos reguladores. También depende de nosotros mismos. Podemos negarnos a comprar esos periódicos, a visitar esas páginas web y a alimentar los medios sociales de comunicación sin escrúpulos. Podemos afinar los ajustes de nuestra configuración de privacidad en la red, y exigir mejoras en estos sistemas. Porque incluso en un mundo abierto y transformado por las nuevas tecnologías de la comunicación, un cierto grado de privacidad no sólo sigue siendo un límite importante, sino también una condición necesaria para la libertad de expresión.


Comentarios (0)

Google Translate proporciona traducciones mecánicas. Éstas proporcionan una idea aproximada de lo que ha escrito el contribuyente y por ello, no debieran interpretarse como una traducción sutil y precisa. Léelos teniendo esto en cuenta.

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    If religion were just a matter of recognizing a particular prophet and performing particular private rituals then this formulation would be pretty good.

    One man is a Jew and recognizes the prophet Moses. He prays to a God whom he takes to be the only God.

    A Christian is much the same except that he replaces Moses with Jesus.

    A Muslim replaces Jesus with Mahommed.

    And a Hindu recognizes thousands of Gods.

    But it’s not at all like that; it’s not at all private.

    A little while ago young Muslim men frequented the beaches in southern Sydney and approached the girls in their swimming costumes and told them they were «sluts» and «whores.» When the lifesavers told them to cool it they bashed the lifesavers. The lifesavers! Bashing lifesavers is more aggressive towards the society-as-a-whole than defecating on the tomb of the unknown soldier.

    And eventually there were huge battles between groups of Muslim and non-Muslim young men.

    It is not just a matter of private prayer. It is a matter of what behaviour and practices are allowed in public. It is a matter of raising money to support the ISIS in Syria and Iraq.

    It is a matter of establishing schools to segregate your kids, and in other ways brainwashing and them.

    And it is a matter of killing people who write things about your prophet that hurt your feelings. Ask the writers and film makers who can’t go to the shops without an armed guard.

    Since certain religions have embraced modernity and since others (one at least) are determinedly medieval, I don’t think that we can «rub along.» Sooner or later the determinedly medieval lot will do enough things like flying airplanes into the World Trade Centre that a civil war will break out. There will be people like Neville Chamberlain who will pompously announce «peace in our time,» but there can be no peace.

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    I agree with imos. It is freedom that is at issue here, not respect. Parsing respect into two different forms, “recognition respect” and «appraisal respect» is leads away from a full understanding what is actually at stake.

    Misplaced respect can be a very dangerous thing. As an extreme example, say I am walking down the street with a friend, and we happen upon someone being beaten. At my urging, we jump to his aid, and pull his attacker away, and restrain the attacker. Another bystander calls the police. Meanwhile, the person who was being attacked, pulls a gun from his pocket, and shoots both his attacker, and my friend, wounding the attacker, and killing my friend. He also fires a shot at me, but it misses. Then he gets up and runs away.

    Before the police arrive the «attacker» who I no longer need to restrain, because he is wounded, says to me with a world weary sadness, that the other guy had threatened to rob him, and he was in the process of defending himself, when me and my friend showed up and intervened, on the would be robbers behalf.

    Who exactly deserves respect in this case? Me? My friend? No. Only the guy laying on the ground with the bullet in him. And who is free? Me? No, I’m going to be talking to the police for a while, and living with the guilt of my friend’s death for the rest of my life. The misunderstood «attacker»? No. He’s going to the hospital, and will be paralyzed for the rest of his days, because the bullet nicked his spinal cord. My dead friend? Nope, not really. Although some would say that death is a kind of freedom, I suppose.
    The only free person among us is the robber, who by the way is never caught for this crime. In the real world, there is no such thing as “recognition respect” In this usage of the word respect, there are two possible meanings: «Esteem for or a sense of the worth or excellence of a person» or «deference to a right, privilege, privileged position, or someone or something considered to have certain rights or privileges».

    With respect to «respecting the believer, but not the belief, one needs to be careful. Respect need not be granted to everyone. It must be earned. And freedom is a gift, granted to us only by our circumstances. It’s nice to think that one day the world may be a fairer, better place to live. But each of us must decide how much we are willing to do to try and make it so, and be prepared to get sand kicked in your face from time to time, because this world is not perfect, and it never will be.

    Oh, and although I have only today discovered this site, I love it and (almost) everything it stands for! Snap decision? Yes, but that is my style.

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    No, no, no!

    It’s a fundamental part of my freedom that I shouldn’t have to respect anyone. Force me to respect anyone and you’ve taken my freedom away.

    It may be true that many of us who campaign for free speech do indeed respect many of the people whose beliefs and opinions we disagree with – but we should not be forced to do so. If free speech is to mean anything substantial, then it absolutely should allow us the right to be disrespectful towards the believer as well as towards their beliefs. There is no balancing to be done – this is a point of principle, not something to be bargained away in our quest to be allowed the right to criticise people’s beliefs.

    Tempting as it might be to appease the opponents of free speech by reassuring them that our questioning of their beliefs does not mean we are being disrespectful to them as people, we should never give ground on the principle that we should have the fundamental right to decide for ourselves who we respect and who we do not respect.

    The only way we need to respect the believer is in regard to respecting their freedoms, but that’s more about adhering to the principles of freedom rather than about respecting them as a person.

    Hopefully, most people will choose to be respectful towards the believer – but this should remain entirely an issue of individual choice. Nobody should have an automatic right to our respect – for to enforce such a right would be to take freedom away from everyone else.

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      Hi imos

      thanks for this thoughtful comment. Might your problem with the word ‘respect’ be the definition? Because if we take ‘respect’ at its most basic – accepting that others are different and not wish to harm them – then I cannot see how we can live in a peaceful society without respect. If we are talking about ‘respect’ as a feeling of appraisal, then I absolutely agree with you.

      What are your thoughts on this? If we do not show respect to everyone, how can we uphold the human right that everyone’s dignity is untouchable? I look forward to reading your reply.

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        Hi JB,

        Thanks for replying to my comment!

        I think we should respect other people in the sense that we allow them to have their freedoms – but, as I say, that’s more about respecting a principle than about respecting a person. So long as you allow people their freedoms, then why shouldn’t we be able to live in a peaceful society? The minute someone uses violence, they are taking away someone else’s freedoms, but we can maintain our freedoms without any logical requirement to respect each other.

        As for people’s dignity, I don’t recognise any fundamental human right to maintain one’s dignity. People lose their dignity for all sorts of reasons – usually as a result of their own unprincipled behaviour. If you stick to decent principles, then there’s no reason why your dignity should be harmed by what anybody else does or says.

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    I agree with the idea of this principle in the sense that every single individual has the right to believe whatever he or she feels like. But I also think that just by promoting this ideal the world is not going to change positively. I believe it is necessary to approach today’s ignorance by fighting it with education, respect, and tolerance. If these methods are used to reinforce the principle I believe attempts to impose ones beliefs or ideologies into others will be reduced, and a more harmonious lifestyle will be achieved. Moreover, I do find some discrepancies within this principle. Just like other individuals have posted and commented, what if the ideology, religion, or belief practiced by an individual or group affects or threatens others? It is stated within the explanation of the principle that we should accept this “one belief” (the principle) above others in other to coexist freely and fight for the higher good. The higher good being that “everyone should be free to choose how to live their own lives, so long as it does not prevent others doing the same.” Well, this sounds kind of comforting, but there is so much to consider. Who or which authorities will provide the guidelines and enforce them? And what type of guidelines? Since something might be insulting for Christians but maybe not for Scientologists. And is Scientology considered a religion? If it is, which ones are not, and how are people following these other religions or ideologies supposed to contribute or express themselves?

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    This belief is very important because predominant ideas in society can change over time, and we must allow voices to be heard, even if they dissent against commonly held ideals.

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    I believe that every single person is entitled to their own religious and spiritual belief and others should respect them as believers as well as the content on their belief – as long as it doesn’t cause any harm to those around them.

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    respecting all religion will result to a better and more tolerant world. I strongly agree with the statement

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    I think this concept is a nice idea however some theories are insulting and counter productive. If for example, one attempts to justify slavery, the holocaust, discrimination or something of the sort, should the believer be respected?

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    I don’t know if it is actually possible to commit to this principle. For what do we mean by «respect»? I think the article focuses too much on religion and doesn’t assess other «taboos» related to politics and that are part of collective memory. Is it possible to respect person that believes that Nazism is good and that it should be implemented? What do we think of those people? In many countries you can be charged for saying a statement like that; or among other consequences, people will decide not to speak to that person or to alienate him/her from society. In both cases, there are incentives for an individual not to speak his mind, because his thoughts are not against a specific belief but to other humans. Could we respect a person who thinks like this? Could we trust him or her? Could we be friends with a person that thinks that a race is better than another?
    Humanity witnessed how thoughts like these became politics in the XX century and the lessons were hard to learn. Does allowing an individual to revisit these ideologies represent a risk, that at some point that that horrendous chapter in history can happen again?

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    Freiheit, und somit auch das Recht zur freien Rede, ist nur moeglich, wenn die Freiheit eines jeden Individuums nur so weit geht, dass sie niemals die Freiheit eines anderen Individuums einschraenkt. Somit existiert keine grenzenlose Freiheit. Fanatische Redner, die dazu aufhetzen, die Freiheit anderer einzuschraenken, sollten keine Redefreiheit geniessen. In diesem Falle respektiere ich weder ‘his content of belief’ noch den ‘believer’.

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    I think most of the people don’t have the knowledge about other religions and have therefor a hard time to respect religions. Today this principle should be applied world wide as we have more knowledge about the world, its different kinds of people, and their religions. As already mentioned in other comment the past have shown it does not work this way, but let us hope the future will be different.

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      I agree with what Sara is saying. Religion is a difficult topic to discuss. However, it should be the case that when people voice their opinion others must respect it however this does not necessarily mean that they agree!

  12. Tu comentario está pendiente de moderación.

    In my opinion this is a principle that should by applied World wide. Everyone has opinions and everyone should be entitled to one. This does however not mean that everyone should agree but at least people will have the opportunity to express their thoughts. It is all about respecting one another. However, unfortunately as the past has proven this is not always the case and implementing this principle will be one of the most difficult due to factors such as religion.

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Debate sobre la Libertad de Expresión es un proyecto de investigación del Programa Dahrendorf de Estudios para la Libertad en el St Antony's College de la Universidad de Oxford. www.freespeechdebate.ox.ac.uk

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