02Violencia

Nosotros ni amenazamos con violencia y aceptamos la intimidación violenta.

¿Dónde está el límite?

El Artículo 20 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos establece que los Estados deben prohibir “Toda apología del odio nacional, racial o religioso que constituya incitación a la discriminación, la hostilidad o la violencia”. Esto deja un margen amplio para la interpretación. Estados Unidos coloca el listón muy alto para la incitación a la violencia. En lo que se conoce como el “Test de Brandenburgo” (basado en el caso Brandenburg vs. Ohio de la Corte Suprema de los Estados Unidos), la violencia debe ser intencionada, probable e inminente. Otras democracias liberales maduras establecen un umbral más bajo, tipificando las amenazas de violencia y las expresiones que incitan al odio o a la hostilidad más generalizadas.

Como todo lo que tiene que ver con la libertad de expresión, mucho depende del contexto y el tono. El pensador liberal inglés John Stuart Mill hace esta famosa reflexión: deberíamos tener libertad para publicar un artículo en el periódico acusando a los comerciantes de trigo de ser los responsables del hambre de los pobres, pero no para proclamar ese mismo mensaje a una multitud agitada reunida ante la casa de un comerciante de trigo (hoy en día podríamos decir de un inversor). Cuando los lectores del diario británico The Guardian ven en la parte superior de la portada “Charlie Brooker: Ejecuta a Simon Cowell y regala croissants”, no lo leen como incitación al asesinato porque saben que es una broma. Sin embargo, cuando el dictador libio Muammar Gadafi amenazó con ir por la ciudad de Benghazi “callejón por callejón sin piedad”, todo el mundo supo que no era una broma.

Un caso extremo de incitación a la violencia es el de Radio Télévision Libre des Mille Collines de Ruanda, que alentó a las bandas criminales de Hutus a matar a unos 800.000 Tutsis (y Hutus moderados) por medio de repetidos mensajes radiofónicos instigando a una “guerra final” para “exterminar a las cucarachas”. Incluso pensando, según la tradición de la Primera Enmienda estadounidense, que en principio deberíamos ser libres para describir otros grupos de personas como “cucarachas” (ver P4), uno estará de acuerdo no obstante en que esta acción debería haber sido detenida. La violencia en este caso era intencionada, probable e inminente.

Contexto también significa: ¿dispones de los medios de comunicación abiertos y diversos de los que hablamos en P3? Si es así, una incitación al odio incendiaria puede ser contrarrestada por un discurso mayor y mejor en otros medios de comunicación influyentes. En un intento por explicar el trato brutal que sufrió Serbia a manos de su dictador electo Slobodan Miloŝević, un observador comentó: “Imaginen si todos los principales canales de televisión en los EE.UU. hubieran sido tomados durante los últimos cinco años por el Ku Klux Klan”. Susan Benesch está desarrollando una prueba que consta de cinco partes para determinar cuándo la incitación al odio se convierte en lo que ella denomina “discurso peligroso”, es decir, un discurso que probablemente llevará a la violencia.

Por cierto, estamos hablando principalmente sobre la violencia de individuos y grupos, no de los Estados. Si bien el Artículo 20 del Pacto también afirma rotundamente que “toda propaganda en favor de la guerra está prohibida por ley”, muy pocos países tienen leyes que prohíban a sus propios líderes difundir su intención de ir a la guerra (aunque algunos tienen reglas sobre cómo deben proceder).

Contra el veto del asesino

Al igual que los otros principios, este tampoco tiene la intención de definir con precisión lo que la ley debe o no prohibir. Se trata más bien de una regla general creada por nosotros mismos, para guiar nuestra propia conducta. Consta de dos partes: 1. No hacemos amenazas de violencia. 2. No permitimos, aceptamos ni cedemos ante la intimidación violenta. Estas son las dos caras de una misma moneda. Cuando alguien se rinde a una amenaza de violencia, anima a otra. Un Grupo B, que siente fervientemente que Y no debería decirse o representarse, se dirá a sí mismo: “Ah, el Grupo A logró detener a X mediante amenaza de violencia, ¡deberíamos hacer lo mismo nosotros!”.

La literatura sobre la libertad de expresión contiene el concepto, ahora anticuado, de vetar a la persona que interrumpe para molestar. Si en una reunión se permite a los provocadores gritar constantemente, se priva al orador de su derecho a hablar. Hoy en día vemos más el veto del asesino. Individuos o grupos envían este simple mensaje: “Si lo dices, te mataremos”, y a veces cumplen su promesa. Cientos de hombres y mujeres en todo el mundo han sido asesinados, simplemente por las cosas que han dicho – escritores sobre la mafia, críticos y satíricos de diversas religiones y regímenes, disidentes, caricaturistas, editores, novelistas y periodistas de investigación. Muchos más viven con temor a una de las muchas variantes del veto de los asesinos.

Intimidación y apaciguamiento

Las dos mitades de este principio tienen el mismo peso. Tenemos tanto el deber de resistir las amenazas de violencia como de abstenernos de ellas. En este sentido, muchos de los llamados países libres han actuado de manera muy deficiente en los últimos años. Una y otra vez se han apaciguado las amenazas de violencia explícitas o implícitas – a veces en nombre del “respeto” a la religión (ver P7), a la “cohesión comunitaria”, al “orden público” o al “multiculturalismo” – en lugar de luchar contra ellos con toda la fuerza de la ley y la determinación de una sociedad unida.

Un ejemplo memorable de apaciguamiento inapropiado fue protagonizado hace no mucho tiempo por mi editor norteamericano, Yale University Press. Yale estaba por publicar un importante libro académico de la profesora Jytte Klausen sobre las caricaturas danesas del profeta Mahoma, llamado Las Caricaturas que Estremecieron al Mundo. Se prepararon muchas ilustraciones para lograr la reproducción de la página completa del diario danés Jyllands-Posten en la que las caricaturas habían aparecido, y que las mismas se pudieran ver en su contexto original, así como representaciones anteriores de Mahoma en el arte occidental e islámico, para ampliar la perspectiva histórica. Poco antes de su publicación, la Universidad de Yale y su editorial decidieron retirar las ilustraciones. De manera que lo único que el lector no puede ver ahora en un libro llamado Las Caricaturas que Estremecieron al Mundo son… las caricaturas que estremecieron al mundo.

En un comunicado, el editor citó “expertos en inteligencia, seguridad nacional, orden público y ámbitos diplomáticos, así como destacados investigadores en estudios islámicos y de Oriente Medio”, que al parecer opinaron que al volver a publicar las caricaturas la editorial “corría un grave riesgo de instigar a la violencia”. El director de Yale University Press, John Donatich, dijo que nunca había eludido la controversia “pero cuando se trataba de elegir entre eso y sangre en [sus] manos, no había ninguna duda”.

Este argumento no sólo es confuso, sino que va totalmente en contra de lo que proclama. No es Yale University Press quien estaría “instigando” a la violencia, sino los que han (o podrían haber) amenazado con violencia en respuesta a su acto, totalmente razonable. No es Donatich quien, en caso de acciones violentas, habría tenido “sangre en [sus] manos”, sino quienes perpetraran la violencia. La víctima no es el culpable. Si una editorial universitaria de esta talla no está preparada para publicar semejante material (ver P5) en un estudio académico, entonces la intimidación violenta ha triunfado. Hay, por desgracia, muchos ejemplos más de este tipo en los medios de comunicación, en las artes y en las comunidades locales de algunos de los países más libres del mundo – por no mencionar los países menos libres y aquellos que no son libres.

Un caso del Derecho inglés del año 1882 arroja luz a la confusión. Un grupo del Ejército de Salvación (Salvation Army) había sido detenido por la policía por seguir adelante con una marcha que, en varias ocasiones, había sido violentamente interrumpida por un grupo de la oposición, el glorioso Ejército Esquelético (Skeleton Army). El tribunal inglés sostuvo que la policía debería haber refrenado al Ejército Esquelético, que era quien amenazaba con intimidación violenta, y no al Ejército de Salvación, que era objeto de la misma. Ese juicio se puede generalizar a todos los continentes de nuestro tiempo: ¡No detengas a tus Ejércitos de Salvación, detén a tus Ejércitos Esqueléticos!

Coraje y solidaridad

Para resistir la intimidación violenta se necesita todo el rigor de la ley. Se necesita que la policía proteja a quienes están amenazados, en lugar de decirles que se callen. También es necesario el coraje de individuos excepcionales que han arriesgado y en ocasiones dado su vida por la libertad de expresión: personas como la periodista rusa Anna Politkovskaya, el gobernador de Punjab, Salman Taseer, el periodista turco-armenioHrant Dink, y el activista medioambiental brasileño Chico Mendes. No podemos enumerarlas todas, pero por favor añade aquí más nombres, con una explicación de por qué crees que deben estar en esta lista de honor.

Sin embargo, estos valientes individuos no pueden hacerlo por su cuenta, como tampoco puede el Estado. Un tercer elemento vital es la solidaridad de las sociedades y comunidades. Mientras más personas soportan el peso de la intimidación, más pequeña se vuelve ésta. Cuando un solo hombre, Khaled al-Johani, dijo lo que pensaba en Arabia Saudí, fue llevado a prisión. Pero cuando medio millón de personas se juntaron en la Plaza Tahrir de El Cairo, fue Hosni Mubarak, el instigador de la violencia, quien fuederrocado.

Esta solidaridad no exige estar de acuerdo con las opiniones de quienes hablan. Los disidentes a menudo tienen posturas muy radicales, incompatibles entre sí, de manera que resulta lógicamente imposible estar de acuerdo con todos. Sería imposible, por ejemplo, coincidir con las visiones para el futuro de Rusia señaladas por los dos grandes disidentes soviéticos, Alexander Solzhenitsyn y Andrei Sakharov, ya que las mismas están en total desacuerdo, pero bien podríamos solidarizarnos con ambos. Hay una frase famosa atribuida a Voltaire: “No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo”. En realidad Voltaire nunca dijo eso – la línea proverbial fue acuñada por un biógrafo del siglo XX – pero el espíritu de su comentario apócrifo es completamente acertado. Ahora más que nunca necesitamos de ese espíritu.

Aunque exista un margen de interpretación de un caso a otro, de un contexto a otro, este es uno de nuestros principios más sencillos. También es uno de los más difíciles de poner en práctica. Te pueden matar por hacerlo.


Comentarios (0)

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    Hello All,
    I don’t know a great deal about all this and I’m sort of rushing through with a speed read and a quick reply. I think there are different varieties of violence, and sometimes a mixture of those varieties. I am of the strong belief that some people are inherently more violent than others, for medical reasons. Their childhood can be a big part of things. What I would call social leisure violence, such as football hooliganism, is a particular type that has spread out with the advance of media technology. War is another type of violence which is state organised, which tends to be re labeled and glorified as much as possible. Where government are involved, there many fine speeches made and many new words for violence used. Guantánamo Bay for example was an act of pure highly organised violence and false information that inhibited free speech. This together with the tenure of President Trump has set new values; or the lack of them. The global population has always been about the have and have not. Technology has taken us a long way, but greed and violence will increase across the world. Drugs and alcohol are certainly a major factor in the Streets of the UK where I live and no doubt across much of the world.

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    “Many states, mainly for political reasons, and companies, mainly for commercial ones, have already eroded the original dream.”
    When dreaming, we are prepared to accept the most preposterous and nonsensical of ‘experiences’ as reality. Possibly because, until we wake, there is nothing against which to compare the encounter occurring inside an hermetically sealed enclosure. Similarly the interweb has, at the very minimum, proffered an alternate. One that although not necessarily without error, might at least indicate when it is being interfered with. Since where contrast should be found, there will only be uniformity of opinion.

    “If you find a site is blocked”
    it is a sure and certain sign that an ‘understanding’ is being artificially protected and maintained. Because unlike self supporting truth, it cannot stand up to even elementary enquiry? Such as: Please share with the rest of us, that infallible procedure you utilised to confirm your elected ideology’s validity. That we might embrace that evaluation peacefully, without the need for duress.

    “they may imprison people for exchanging information or speaking their minds.”
    Given that their ‘comprehension’ constitutes a perfect representation of reality. Surely allowing others to test it, and thus affirm that actuality, would be the ideal means for disseminating it around the planet. Anything else would be an open admission of doubt, or downright certainty concerning its lack of legitimacy.

    “Western democratic governments denounce these practices.”
    Yet refuse to submit their own ideologies to intimate examination? Which may explain, why those they are in conflict with cannot see a reason they should offer their notions up for objective evaluation either.

    “Google itself has enormous potential power to limit or distort free speech.”
    But also an Achilles’ heel, in the form of a vulnerability to mass boycott?

    “we can lobby our governments to change their laws”
    Some say that if voting had any effect it would be prevented. Might they be drawing that conclusion from examples such as ‘EU referendums’?

    What we appear to be attempting, is analogous to collectively assembling a jigsaw puzzle. Which might prove easier, were we to first identify and agree on the scene we are jointly endeavouring to recreate.

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    The internet is an amazing innovation with no precedent and any limitations upon it would be a shame. To limit it slightly would be to set in action a cascade of fetters that would shatter everything the Internet could have been.

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    If we think of what the idea of the internet was in the beginning, the vastest storage of information shared among the whole world, of course it is normal to assume that it would become a vastest opportunity for innumerate crimes. But the basic idea, the true meaning of the whole invention is so valuable and must be absolutely preserved.
    Between the concept of abuse and freedom of speech there’s sometimes a very thin line, but it is always more important to say it all than to oppress ideas.
    Liberty that has been given to some of the big, like Google, and their «privacy respect» is always questionable, like it happened these days in GB, with admitting that Google car has been collecting (and selling) more info than actually needed for «filming the streets».
    Any clerk with access to information, can always be willing to sell them for a good offer (remember the Swiss bank account holders’ information scandal…). It is just something that can not be stopped. But it must be fought and punished.
    We all deserve to see/read/hear everything that might (or even that might not) interest us, and judge ourselves upon it. Let’s try to keep it that way.

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    I share the importance of preventing the abuse of the content , however like in the comment above the dilemma of what should be considered as an abuse and who should define it is a big deal. And I think there is division in term of the priorities around that world. In the developed countries where there is a reasonable freedom of speech the abuse from the private side is more of an issue than in those countries where there is a constant state repression of the freedom of expression online. Moreover, this type of control does not guarantee protection of the other forms of abuse like child pornography. Thus I believe we the netizens should aim for liberating the online space to allow as much freedom of opinion expression as possible, even if it is at the cost of the abuse.

    • Tu comentario está pendiente de moderación.

      I agree with you that we have to consider different countries and their cultures. It is very hard to generalise the principles, because it may be that some parts of the world have a completely different view than other parts. So it is quite a challenge to agree on ten principles globally and it is also interesting. I also agree that we have to try to have media which are as open as possible, but I disagree with you that it is even at the cost of the abuse. We have to differentiate between the freedom of speech and abuse. Therefore we have to define principles globally in order to be able decide globally whether this «speech» is accetable or an abuse.

      Ich stimme Dir zu, dass wir verschiedene Länder und deren Kulturen berücksichtigen müssen. Es ist sehr schwer, die Prinzipien zu verallgemeinern, weil es sein kann, dass einige Teile der Welt eine ganz andere Meinung als andere Teile haben. So ist es durchaus eine Herausforderung, auf zehn Prinzipien global zustimmen und es ist auch interessant. Ich stimme auch zu, dass wir versuchen, die Medien so offen wie möglich halten müssen, aber ich stimme Dir nicht zu, dass es auch um den Preis des Missbrauchs ist. Wir müssen zwischen der Freiheit der Rede und Missbrauch unterscheiden. Deshalb müssen wir Prinzipien global definieren, um in der Lage zu sein zu entscheiden, ob diese global «Rede» annehmbare oder ein Missbrauch ist.

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    The question of legitimacy is indeed very tricky.
    Public powers should indeed have the power to ‘legitimately’ restrict certain information. Taking an extremely libertarian approach claiming that all information should be ‘free’ is far from the pragmatic reality.
    I would even argue that as the question of legitimacy is such a delicate question that it is virtually impossible to define it in a general principle. When using a phrase like ‘for the greater good of the public’ to define the legitimacy of restricted information, executive powers might however be prone to exploit this principle.

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    In Italy, two days ago, a lawyer denounced the President of the Republic, the Head of Government, all Ministers and all the Members for:

    – Attack on the integrity, independence and unity of the State;
    – Subversive associations;
    – Attack on the Constitution of the State;
    – Usurpation of political power;
    – Attack on the constitutional bodies;
    – Attack on the political rights of citizens;
    – Political conspiracy by agreement;
    – Political conspiracy by association;

    but … only one independent newspaper broke the news!
    Must be spoken.

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    I’m here to tell the denied freedom of the press in Italy. This is a real problem.
    The censorship has reached unbearable levels! After the Treaty of Lisbon and the approval of the ACTA treaty, by the European Union, the only resource we have left to procure a real informaizoni is the net…but it also wants to censor the web!
    The project began long ago and came to the public through the bills SOPA and PIPA at the U.S. Congress. In Italy two politicians have already tried to censor the web through the fight pro-copyright.
    It’s necessary that we speak.

    I await the debate, thank you

    Bobo

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    A quick glance through raises a couple of issues for WJR …

    This explanation appears a particularly net-centric view for a principle that includes «all other forms of communication» ?

    And, why the overly complicated language regarding corruption – «illegitimate encroachments» – why not just corruption. In seeking to define, a principle should not be limited by complexity.

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Debate sobre la Libertad de Expresión es un proyecto de investigación del Programa Dahrendorf de Estudios para la Libertad en el St Antony's College de la Universidad de Oxford. www.freespeechdebate.ox.ac.uk

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