La escritora turca de reconocido prestigio, Elif Shafak, habla de los límites de la libertad de expresión, el cosmopolitismo de sus novelas y el arte de la convivencia.
Entrevista realizada por Irem Kok, miembro del equipo de Libertad de Expresión a Debate.
IK: Como escritora que valora la “energía cosmopolita” en sus obras, ¿cree usted que deberíamos tener libertad para hablar abiertamente y con civilidad de todo tipo de diferencias humanas? ¿Cree que debería haber límites a la libertad de expresión?
ES: La libertad de expresión es una de las libertades fundamentales para todas las personas, tanto de oriente como de occidente. Es el oxígeno que respiramos. Cuanto menor sea la libertad de expresión, más asfixiante será el régimen político. La libertad de expresión es, al mismo tiempo, la libertad de ser (y permanecer) una persona independiente. Esto es muy importante, especialmente en las sociedades estrictamente colectivistas, en las que es difícil preservar la propia individualidad.
Para mí, la libertad de expresión debe ser plenamente defendida, con la excepción de la “incitación a la violencia”, es decir, todas aquellas acciones que impliquen violencia verbal y/o física, y estén directamente dirigidas a una minoría, a una subcultura – individual o grupal – en suma, a quienes tienen un poder limitado frente al estado o la ideología dominante. Tenemos que ser conscientes de los peligros que plantea la incitación a la violencia, tanto en los medios de comunicación tradicionales como en los nuevos medios de comunicación social.
IK: En sus novelas, usted aborda la difícil cuestión de los “encuentros con el otro”, en sus diversas formas. ¿Cree usted que los conflictos entre los diferentes valores, creencias y visiones del mundo son componentes inherentes de la libertad, y fuente de creatividad?
ES: Es verdad. En mis novelas reúno a personas de orígenes completamente diferentes. La vida misma, especialmente en estos momentos, está llena de innumerables “encuentros con el otro”. En el nivel más fundamental, creo que en la vida, si alguna vez aprendemos algo, será de personas que son diferentes de nosotros, y no de aquellas que son exactamente como nosotros. En lugar de escuchar los mismos ecos una y otra vez, tenemos que estar expuestos a múltiples voces, a múltiples interpretaciones de la realidad para lograr entenderla mejor. No es mi intención idealizar el cosmopolitismo o el multiculturalismo, soy consciente de que no es un camino de rosas, y si lo es, tiene sus propias espinas; es decir, sus propios problemas y conflictos. Sin embargo, creo firmemente que es en los contextos heterogéneos y cosmopolitas donde el arte, la literatura y la creatividad prosperan, y se puede hablar de democracia.
IK: Usted ha vivido en Massachusetts, Arizona y Michigan, y ahora va y viene entre Estambul y Londres. En la mayoría de los países de Europa y los de habla inglesa se pone un límite a lo que podemos decir sobre los demás apelando a la “incitación a la violencia”. ¿Cuál es su opinión sobre este tema?
ES: Creo que la incitación a la violencia es un tema importante y lo será aún más con el avance de las nuevas tecnologías y medios de comunicación social. Internet se presenta como un océano increíble de posibilidades y conexiones. Lo ha cambiado todo y propicia un mundo más democrático, globalizado y abierto que cambia rápidamente. Por otro lado, sin embargo, Internet también ha hecho que sea más fácil generar y hacer circular calumnias, chismes, incitación a la violencia y desinformación. La pregunta, entonces, es ¿cómo lidiar con esto? No hay respuestas fáciles. Y los ajustes legales van a la zaga de los cambios que están ocurriendo en todas partes. Esto ocurre porque la tecnología cambia más rápido que la ley.
IK: Hay quienes sostienen que la incitación a la violencia debe ser controlada para proteger a las minorías de la mayoría. ¿Está de acuerdo con esta afirmación?
ES: Sí, estoy de acuerdo en que la incitación a la violencia debe ser controlada para proteger a las minorías contra la mayoría, a los individuos contra la maquinaria del estado, a los subgrupos contra la cultura dominante. Se debe controlar sobre todo el discurso que provoca la violencia contra las personas más marginadas e indefensas. El problema es que en los países autoritarios, la tendencia es justamente la contraria. Muchas leyes protegen al estado de los individuos. Por eso es importante proteger a los indefensos, y no a los poderosos. En definitiva, creo que es importante contar con una sociedad democrática, abierta y consciente de los peligros de la incitación a la violencia.
IK: La cuestión del Islam, y el sufismo en particular, juega un papel importante en sus obras. En muchos sentidos, usted alude a las discusiones contemporáneas sobre el Islam, en especial al debate sobre las ofensas a la religión. ¿Cree que debería haber límites en la forma en que debemos (o no) hablar sobre el Islam?
ES: Es una pregunta difícil. En mi opinión, la manera correcta de abordar este asunto es teniendo en cuenta la realidad del mundo en que vivimos, en lugar de dar respuestas en abstracto. Y la realidad es que vivimos en un mundo polarizado, donde lamentablemente muchas personas parecen dar por hecho que es imposible que el Islam y la democracia occidental puedan coexistir. Hay una circulación de estereotipos culturales, generalizaciones y simplificaciones en las dos direcciones. Nada de esto contribuye a un futuro mejor, ni más pacífico. En mi opinión, cualquier discurso que fomente una visión polémica, divisoria y antagónica es un problema. Me interesa más mostrar las cosas que tenemos en común como seres humanos, compartiendo el mismo planeta y, en definitiva, las mismas penas y alegrías, en lugar de añadir otro ladrillo a las paredes imaginarias erigidas entre las culturas, religiones y grupos étnicos.
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I strongly agree with you Elif, working on our similarities rather than arbitrary differences would make for a much more productive society.
I believe one way in which you can achieve this is through scientific education regarding the nature of the human mind. An explanation of cognitive dissonance and neuro-plasticity goes a long way in helping to understand the nature of belief and the reasons for our differences.