Los medios de la India están en peligro de perder su brújula moral ante las presiones del nuevo capitalismo. Puede que sea el momento para un boicot a fin de detener la descomposición, argumenta Manav Bhushan.
«Las noticias indias se encuentran en una carrera hacia el fondo», remarcó el magnate de los medios y periodista Prannoy Roy en su Conferencia Conmemorativa de Reuters en noviembre del 2012. Más aún, esa carrera está lejos de llegar a su final. Como cualquiera que haya seguido los reportajes de los medios indios sobre los recientes incidentes en la frontera indo-pakistaní puede testificar, en el interés de los periodistas es más frecuente atizar el conflicto que reducirlo.
De hecho, la verdad brutal sobre la floreciente industria de los medios, que ha pasado de tener un canal de televisión de noticias estatal a tener 183 canales de noticias independientes en solo veinticinco años, es que muchos de éstos están en el negocio del chantaje o venden sexo y violencia y están preparados para llegar muy lejos, incluyendo llevar a un país a la guerra, por el beneficio de los índices de audiencia y las ganancias publicitarias. El problema es que los televidentes indios validan reportajes patrioteros agresivos al recompensar a medios informativos como el TimesNow con cifras de audiencia sin precedentes. Ahora otros canales se ven tentados o forzados a seguir el ejemplo, lo que lleva a paneles de discusiones que presentan a las mismas ocho o diez personas gritándose unos a otros la misma cita cada noche sobre temas de los cuales saben poco.
Lamentablemente, los publicistas en particular parecieran estar contribuyendo con un declive de larga data. El surgimiento de personas que son políticos y gente de negocios a la vez, como Naveen Jindal, ha visto fenómenos contradictorios; historias positivas sembradas para asegurar un buen trato publicitario y supuesta extorsión para evitar que aparezcan historias negativas. New Delhi TV (NDTV, el canal fundado por el actual co-presidente ejecutivo, Prannoy Roy) presenta de manera destacada un concurso de belleza conocido como «Kingfisher Calendar Hunt», patrocinado convenientemente por Kingfisher, una co-subsidiaria, junto con NDTV, del Grupo UB. Asimismo, tal como lo hizo notar el reportero Palagummi Sainath en una de sus conferencias, cubrir una historia de media página sobre el rapero Eminem en un periódico hindú (como lo hizo el Dainik Bhaskar) puede ser totalmente absurdo para los lectores, pero creará un espacio publicitario para ciertos productos del consumidor.
A través de reportajes exagerados o falsos, los medios informativos se han tornado irresponsables ante sus audiencias. Otros medios informativos, al poner noticias amarillistas en su portada, han dejado muy atrás incluso al TimesNow. Sin embargo, entresacar reporteros y canales de televisión de manera individual equivaldría a no tener la comprensión de la situación general. Existe algo podrido en el estado de las noticias indias y, el hecho de que la gente haya empezado a mirar hacia atrás, hacia los días cuando los medios estaban dominados por el presentador público Doordarshan con un sentido de cálida nostalgia, es causa de alarma.
Países como el Reino Unido y Alemania han adoptado formas de medios informativos sin fines de lucro financiados con fondos públicos porque sienten que existe un peligro grave en la industria de las noticias que solo funciona por el lucro. Sin embargo, a diferencia de Doordarshan, estos comunicadores públicos tienen independencia editorial plena. El miedo al control gubernamental ha llevado a la diversificación de los medios indios y, a pesar de ello, los peligros de la comunicación con fines de lucro se presentan en una variedad de formas siniestras en la democracia más grande del mundo, como muestra una visión superficial de reportajes sobre programas de casos recientes de violación.
El sensacionalismo ha llevado a los medios informativos, incluidos NDTV y The Times of India, a reportar violaciones de una forma que es frívola y voyerista al punto que lo enferma a uno. La violación en pandilla en Delhi provocó una reacción pública sin precedentes porque la gente podía identificarse con la víctima, al sentir que ella era «una de ellos». Por otra parte, el lenguaje objetivo y uso liberal de la palabra «Dalit» en la historia de la violación de una mujer en Haryana crea un límite entre la clase media que ve las noticias y la víctima de una casta más baja.
Cuando todo el país se levanta furioso y protesta por la violencia contra las mujeres, nuestros presentadores de noticias de la televisión tienen el descaro de sentarse y sermonear a la industria de la publicidad, del cine y a cuantos pasan por la calle porque no deberían vender sexo. Durante los mismos paneles de discusiones, los camarógrafos se centraban repetidas veces en las mujeres atractivas del público. A estos paneles de discusión le sigue una atractiva modelo que informa sobre el cricket y los últimos escándalos de la industria cinematográfica de la India. Una mirada a los espacios publicitarios que se presentan en el Times de la India sirve para ilustrar este punto: tres publicidades para la pérdida de peso, una para un sitio web de citas y cuatro fotos de mujeres escasamente vestidas.
La degradación de la mujer en los medios de comunicación está tan profundamente enraizada que necesitamos una plétora de cambios para hacer las cosas mejor. Deben darse cambios rápidamente en las leyes, la policía, el sistema judicial, el legislativo, la industria cinematográfica, la publicidad, Internet y la junta. Pero también debe hacerse algo desesperadamente con la industria de las noticias. Una industria informativa que no tiene escrúpulos para utilizar las violaciones con propósitos voyeristas y publicitar la guerra no debe ser tolerada y mucho menos premiada con ganancias publicitarias más altas.
En un escenario ideal, se promulgarían leyes y luego se utilizarían correctamente. Sin embargo, es probable que la India abandone las recomendaciones del propio Informe Leveson tal como lo hizo Gran Bretaña. En vez de maldecir al capitalismo voraz que nos ha llevado a esta coyuntura, deberíamos ejercer el único poder que éste nos da: nuestro poder como consumidores.
Si el boicot de textiles extranjero pudiera convertirse en parte vital del movimiento de independencia en tiempos de escasez, no existe ninguna razón entonces por la que un boicot de una semana por parte de un canal de televisión no pueda resultar en algunos cambios drásticos de su política o en la sustitución de presentadores establecidos por rostros más sensatos. Existen, después de todo, otras 182 opciones y, dado que los canales de noticias necesitan a las audiencias más de lo que las audiencias los necesitan a ellos, tenemos un enorme poder aún sin desarrollar.
Efectivamente, ¿por qué restringirnos ante los canales de noticias? ¿Por qué no habríamos de boicotear promotores musicales misóginos (como en el caso del concierto de Yo Yo Honey Singh), películas y productos tales como cremas para el embellecimiento de las partes íntimas? El boicot tiene ventajas que se distinguen de una prohibición impuesta por el gobierno u organizaciones violentas como Shiv Sena. Así como la libertad de expresión es un derecho, asimismo lo es el derecho de boicotear a una organización de manera pacífica; el uso prudente de este derecho podría llegar lejos para enviar un mensaje firme a los poderes que le dan forma a nuestra sociedad para mal.
Los últimos dos años, la India ha visto el flujo espontáneo de la gente en las calles, protestando contra temas como la corrupción y la igualdad de género, lo cual afecta a todos los estratos de la sociedad. Cualesquiera que sean las críticas de esta clase media que despierta, no se puede negar que las protestas se vinculan con un sentimiento entre la clase media de que, al salir a la calle, hacen la diferencia, que sus voces pueden ser importantes.
Esta comprensión de que la acción colectiva no es meramente una frase sin sentido sino un instrumento de poder real requiere que se extienda más y se utilice para reparar el derrumbamiento del cuarto pilar de nuestra democracia, ya que, si no actuamos ahora, pudiéramos percatarnos pronto de que el techo ha caído sobre nuestras cabezas.
– Manav Bhushan