Sir Fred Goodwin, el ex director ejecutivo del Royal Bank of Scotland, un banco británico rescatado con el dinero de los contribuyentes durante la crisis financiera del 2008, fue objeto de un intenso escrutinio público al conocerse que supuestamente había mantenido un romance con una colega en un momento en el que el banco ya se encontraba camino al colapso. Maryam Omidi se pregunta si los detalles sobre el supuesto romance debían ser revelados en el caso de que fueran de interés público.
El caso
Sir Fred Goodwin, el ex director ejecutivo del Royal Bank of Scotland, un banco británico rescatado con el dinero de los contribuyentes durante la crisis financiera del 2008, fue objeto de un intenso escrutinio público al conocerse que supuestamente había mantenido un romance con una colega en un momento en el que el banco ya se encontraba camino al colapso. Cuando Goodwin descubrió que un periódico sensacionalista planeaba publicar la noticia, obtuvo una orden judicial para impedir que los medios de comunicación informaran sobre el supuesto romance, como así también de la orden de silencio impuesta a los medios.
El secreteo de sumario se levantó parcialmente en mayo de 2011 – aunque los medios de comunicación aún tienen prohibido mencionar el nombre de la mujer – después de que el liberal demócrata Lord Stoneham usara su inmunidad parlamentaria para informar sobre el caso Goodwin en la Cámara de los Lores. Las normas en materia de relaciones laborales en el Royal Bank of Scotland establecen que el personal debe informar a los responsables cuando exista un “conflicto de intereses”. Se desconoce si Goodwin comunicó a los responsables los detalles del caso.
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Did the newspaper editors who ran the story honestly believe Goodwin’s affair had a bearing on his ability to manage a bank – thus making it a matter of public interest? I doubt it. Were these editors 100% certain the story would sell? Absolutely!
RBS failed so spectacularly largely because it bought a Dutch bank in a deal that sent its exposure to complicated structured debt products through the roof. The FSA’s report into the failure of the bank revealed some jaw-dropping details on management’s understanding (or lack of) of the markets the bank was operating in. Goodwin can be, and should be, taken to task over this (as should the other bankers and executives in senior positions who failed to manage their books).
But unless Goodwin’s mistress was a mole for ABN Amro, who gently whispered the endless possibilities of a merger into his ear, his extra-marital dalliances are neither here nor there.