Nada de perlas sobre la libertad de expresión en Bahréin

Katie Engelhart conversó con el activista bahreiní Nabeel Rajab horas antes de que fuera sentenciado a seis meses de cárcel por un tuit.

A raíz de los ataques terroristas de París, el ministro de relaciones exteriores de Bahréin se unió a otros dignatarios del mundo a la cabeza de una concentración de la unidad de la ciudad, la cual mostró a más de un millón de protestantes que tomaron las calles y sostenían lápices, como emblema de la libertad de expresión.

Nueve días después de esa concentración, Bahréin sentenció a uno de los más legendarios activistas de los derechos humanos a seis meses de cárcel por motivo de un tuit.

Nabeel Rajab, presidente del Centro de Derechos Humanos de Bahréin (BCHR, por su sigla en inglés) y miembro del Comité Asesor de Human Rights Watch, fue sentenciado por insultar al gobierno bahreiní, de conformidad con el Artículo 216 del Código Penal del país. Su arresto ocurrió luego de cuatro años de casi continuas protestas pro-democracia—que se iniciaron con la Primavera Árabe— que han dejado al pequeño país del golfo en un estado precario de perpetua insurgencia contra el Estado.

Rajab se mantendrá en su casa, esperando su apelación.

La noche antes de su arresto, Rajab conversó con VICE News desde su casa, en Bahréin. Estaba sentado, encorvado sobre su escritorio, en una modesta oficina, cuyas paredes estaban atestadas de pósters y pancartas. Equilibrado por naturaleza, Rajab mostraba un espíritu jovial; se había recién levantado de una siesta vespertina. Pero su tono comedido se tornó indignado cuando el tema se volvió hacia Gran Bretaña y lo que Rajab considera como el abandono de la gente de Bahréin por parte de Londres a favor de relaciones fáciles y ventas lucrativas de armas con adinerados monarcas del Golfo.

Inicialmente, Rajab estaba cansado de hablar sobre los cargos en su contra: «Porque si sigo hablando sobre los cargos en mi contra, acepto el hecho de que este es un caso real […], dado que es un caso de motivación política».

Aunque los Estados Unidos y las Naciones Unidas solicitaron formalmente que se retiraran los cargos contra Rajab, la mayoría de los países, incluido el Reino Unido, no han seguido el ejemplo. «He [hablado sobre] el silencio de la comunidad internacional —expresó Rajab—, pero Gran Bretaña ha ido más lejos. No solo está en silencio, sino que apoya al gobierno […]. Está debilitando a un movimiento que clama por democracia y derechos humanos y apoya a un régimen opresivo que reprime a su propia nación».

En diciembre, el Reino Unido anunció un acuerdo «transcendental» para construir una nueva base naval de £15 millones (($22,8 millones) en Bahréin. El gobierno bahreiní supuestamente correrá con los gastos para la construcción de la base, a lo cual se oponen varias docenas de parlamentarios laboristas y demócratas liberales. El año pasado, Gran Bretaña también clasificó a Bahréin como un «mercado prioritario» para la venta de armas.

«El gobierno bahreiní no va a pagar por la base —acusó Rajab—. Están pagando por el silencio. Están pagando por el apoyo que tienen del gobierno británico… Y el gobierno británico les está retribuyendo».

En una declaración a VICE News, un vocero de la oficina de Relaciones Exteriores expresó que el embajador británico en Bahréin a urgido al país a «asegurar que se siga el debido proceso» y que asistió a la audiencia de Rajab en lunes. «El gobierno del Reino Unido está apoyando al gobierno de Bahréin en su programa de reformas, incluyendo el trabajo para ayudar a Bahréin a fortalecer sus derechos humanos y el sector justicia».

Rajab —quien, a decir del director de Human Rights Watch, Kenneth Roth, podría ser el Nelson Mandela de hoy— argumentó que el «debido proceso» no existe en Bahréin y que Gran Bretaña está siendo embaucada por funcionarios bahreiníes que afirman que son serios respecto del cambio.

Para Rajab, el momento es duro. Acaba de salir de la prisión Jaw, donde pasó dos años por participar en protestas contra el régimen.

Allí, fue torturado y humillado. «Pero no hablo sobre mi tortura porque, lo que me ha pasado, comparado con lo que les ha pasado a mis colegas, es muy poco —dijo Rajab, encogiéndose de hombros—. Por ejemplo mi tío, tiene casi 70 años y fue violado sexualmente en prisión».

Human Rights Watch ha reportado que «Bahréin tiene una muy bien ganada reputación por la tortura». Amnistía Internacional ha registrado el abuso de niños, jóvenes hasta de 13 años, que son detenidos por participar en concentraciones pro-democracia e indica que a estos les vendan los ojos, los golpean y torturan […] y se les amenaza con violarlos».

El 1 de octubre —a pocas horas de haber regresado de un tour de dos meses para hablar en Europa y durante el cual Rajab se reunió con representantes europeos y les rogó que tomaran una posición más dura contra Bahréin—, Rajab fue citado a la Unidad de Crímenes Cibernéticos de la Dirección General de Investigaciones Criminales de Bahréin. Luego, fue arrestado por un tuit que alegaba que los miembros de los servicios de seguridad de Bahréin se habían unido al Estado Islámico en Irán. Se le acusó de «insultar públicamente a instituciones oficiales».

El reino se encuentra comprensiblemente crispado. Han pasado cuatros años desde la «Insurgencia bahreiní», en la que miles de manifestantes mayoritariamente chiíes tomaron el lugar clave de la Plaza de la Perla (Pearl Roundabout), en la capital de Manama.

Las más grandes protestas de Bahréin contra el gobierno de minoría suní fueron rápidamente aplastadas por las fuerzas bahreiníes, las cuales estaban respaldadas por tropas de Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos (EAU) y la declaración de ley marcial del Rey Hamad bin Isa Al Khalifa. Aún así, todavía se producen confrontaciones a menor escala alrededor del reino por parte de bahreiníes armados con cócteles molotov y todavía son confrontados con fuerza cruenta, incluyendo incursiones nocturnas mortales en vecindarios mayoritariamente chiíes.

La atención internacional sobre Bahréin —escasa, si alguna la hubo— ha menguado, pero los disturbios persisten. Cerca de 15.000 manifestantes han sido supuestamente arrestados y unos 3.000 permanecen bajo custodia, atados a un sistema judicial que parcamente distribuye largas sentencias para manifestantes pacíficos e impunidad para la policía del estado.

Rajab le expresó a VICE News que su organización ha estado recibiendo más informes de manifestantes que « son torturados sistemáticamente y que mueren» en la cárcel.

El lunes, el jefe de la oposición de Bahréin, Sheikh Ali Salman, fue acusado por intento de derrocar al régimen. Su juicio comenzará a finales de este mes.

Un número de gobiernos de Norte América y Europa han sido acusados de mantener silencio sobre las restricciones de los derechos civiles en el estado estratégicamente importante del Golfo. Pero los activistas de los derechos humanos con frecuencia se reservan sus palabras más duras para Gran Bretaña por sus fuertes lazos con Manama.

Tal crítica, con toda seguridad, también se escucha dentro de Gran Bretaña. Un Informe del Comité de Relaciones Exteriores, de noviembre del 2013, urgió al Reino Unido a «presionar con mayor premura y fuerza» para que Bahréin implemente reformas democráticas. Los miembros del comité recomendaron: «Si no existe un progreso significativo para principios del 2014, el gobierno debe señalar a Bahréin como un «país preocupante » en su nuevo informe sobre derechos humanos.

Sin embargo, todavía está por verse si Gran Bretaña señala a Bahréin como un país preocupante. Su respuesta al Comité de Relaciones Exteriores, de enero del 2014, describe a Bahréin como un «amigo crítico».

Esto no ha pasado desapercibido entre la población bahreiní. Rajab le expresó a VICE News que, informes sobre oficiales británicos congraciándose con los líderes bahreiníes, se han «difundido ampliamente. El Reino Unido tiene una mala reputación en la sociedad bahreiní […]. Hemos visto muchas protestas contra el gobierno británico».

Durante las últimas semanas, expresó Rajab, los manifestantes han quemado públicamente banderas británicas: un acto simbólico que Rajab rechaza personalmente.

En diciembre, Gran Bretaña anunció la construcción de una nueva base permanente de la Armada Británica en Mina Salman en Bahréin, donde se aloja la Quinta Flota de los Estados Unidos. La base, que acogerá a los nuevos portaviones Queen Elizabeth, marca su resurgimiento en el Golfo, casi medio siglo después de que el gobierno laborista retirara las fuerzas británicas de todos los puestos de avanzada al este de Adén, en lo que ahora es Yemen. Las nuevas instalaciones se ven como parte de un esfuerzo más amplio por parte de Westminster para proyectar su capacidad naval en la región del Golfo, con un ojo puesto en Irán.

El año pasado, la Marina estadounidense también anunció planes para ampliar la presencia de su Quinta Flota en el Golfo Pérsico, a través de una expansión de $580 millones para su base en Bahréin.

También la venta de armas de Gran Bretaña a Bahréin se ha incrementado desde el inicio de la insurgencia bahreiní. Las ventas del año pasado presumiblemente totalizaron £18 millones ($27 millones) e incluyeron granadas de mano y ametralladoras. En el 2013, Westminster atrajo una cólera particular por sus esfuerzos para venderle a Bahréin 12 aviones caza tipo Typhoon.

El gobierno del Reino Unido insiste en que «se toma muy en serio sus responsabilidades en la exportación de armas y maneja algunos de los controles más rigurosos para la exportación de armas del mundo». Sin embargo, algunos parlamentarios han hecho un llamado para que sea más estricto en la exportación de armas hacia países «donde existen razones para preocuparse por los derechos humanos», como Bahréin, Egipto, Túnez y Ucrania.

Estados Unidos también ha continuado con la venta de armas a Bahréin, pero insiste en que sus armas se utilizan solamente para la defensa externa y no para las fuerzas internas del orden. En el 2011, sin embargo, The New York Times reportó que un helicóptero utilizado para abrir fuego contra manifestantes «parecía diseñado por EE.UU».

La estrecha relación entre Bahréin y el Reino Unido también se extiende a la realeza británica. Tan reciente como la primavera pasada, la Reina Isabel fue la anfitriona del Rey bahreiní en la Fiesta Ecuestre de Windsor (Windsor Horse Show). Por esos días, el Príncipe Andrés se retiró, a última hora, del compromiso de un discurso planificado para la promoción de un evento para Bahréin en Londres. Durante un viaje reciente a Bahréin, el Príncipe —quien tiene una relación estrecha con varios monarcas del Golfo— dijo: «Creo que lo que está sucediendo en Bahréin es una fuente de esperanza para mucha gente en el mundo y una fuente de orgullo para los bahreinís».

Los gobiernos occidentales tienen sin duda razones para andar de puntillas alrededor de Bahréin. El país se encuentra críticamente ubicado de un lado a otro de Irán. El gobierno británico ha señalado su «interés nacional» en mantener la «libertad de navegar a través del estrecho de Ormuz», algo que requiere una «relación bilateral de defensa positiva» con Bahréin y los otros estados del Golfo.

Y «ahora están en guerra con el Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS, por su sigla en inglés) —añadió Rajab, utilizando el nombre anterior del Estado Islámico—. Necesitan a Bahréin».

El Estado Islámico fue el objeto del tuit original que hizo que Rajab se metiera en líos. Sugería que los combatientes del Estado Islámico provenían de las propias organizaciones de seguridad de Bahréin.

Sin embargo, Rajab no es el primero en expresar tales afirmaciones. Ala’a Shehabi, co-fundador de la ONG Bahraini Watch, escribió en Foreign Policy que «Bahréin tenía un problema creciente con la radicalización salafista» y al menos 100 bahreinís se han unido al ESTADO Islámico. Shehabi también argumentaba que la respuesta del gobierno bahreiní respecto de los yihadistas nacionales ha sido débil.

En efecto, el ministro de información de Bahréin ha tuiteado supuestamente mensajes que apoyaban los esfuerzos del Estado Islámico.

Rajab le expresó a VICE News que Bahréin ignora su problema con el Estado Islámico. «El gobierno bahreiní siempre habla sobre terrorismo en los periódicos, pero, cuando habla sobre terrorismo, se refiere a la oposición. No se refiere al ISIS. No se refiere a Al Qaeda». Rajab indicó que su organización ha visto más mezquitas suníes adoptando la «ideología del ISIS».

Acusa también a Bahréin de capitalizar activamente la amenaza del Estado Islámico, como una forma de hacerle «la guerra a los chiís […]. Necesitan a los extremistas en este momento para combatir a los chiíes, que son la mayoría de la oposición».

Poco tiempo antes de que se emitiera su veredicto, VICE News le preguntó a Rajab cómo se sentía sobre la posibilidad de otro duro período de encarcelamiento.

Expresó que estaba preocupado por sus hijos, pero que entendía que la lucha por la democracia «tenía un costo y que pagarían por ello».

Katie Engelhart es escritora y reportera en Londres. @katieengelhart www.katieengelhart.com. Este artículo fue publicado originalmente por Vice News.

http://freespeechdebate.com/2015/02/no-pearls-of-free-speech-in-bahrain/

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Debate sobre la Libertad de Expresión es un proyecto de investigación del Programa Dahrendorf de Estudios para la Libertad en el St Antony's College de la Universidad de Oxford. www.freespeechdebate.ox.ac.uk

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